“Es como una metástasis
que devora”, así Su Santidad Francisco se refirió al narcotráfico, en un
encuentro con todos los Obispos mexicanos en la Catedral azteca y le pidió a
los políticos brindar “justicia, seguridad y paz”. Francisco
en México
Por OscarDufour |
MÉXICO | En la Catedral de Ciudad de México, el Papa Francisco pidió
este sábado a los Obispos y a todos los religiosos mexicanos que “no
minusvaloren el desafío que el narcotráfico representa para la sociedad
mexicana”, incluida la Iglesia. Con una fuerte metáfora, Francisco
aseguró que “el narcotráfico, por su proporción y por su extensión en el país, es
como una metástasis que devora”.
Le insistió a los Obispos y
Arzobispos de México reunidos en la Catedral, que “la gravedad de la violencia que
disgrega y sus trastornadas conexiones no nos consienten a nosotros, pastores
de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas”. En un extenso discurso,
el Papa Francisco, le pidió a los prelados “coraje profético y un serio y
cualificado proyecto pastoral para contribuir a crear una delicada red
humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa
amenaza”.
Luego de un breve descanso, ante demostraciones de afecto de una
multitud de mexicanos que lo vivaron en su recorrido, Francisco se dirigió a la Basílica de Guadalupe, donde le dedicó
también un párrafo especial a las víctimas del crimen organizado, y le pidió a
los políticos de ese País brindar “justicia, seguridad y paz”.
México es un país duramente
golpeado por el narcotráfico, por la pobreza, por la violencia y la corrupción,
el Papa Francisco confía que la
Iglesia Católica es capaz de colaborar para contribuir a erradicar todos esos
flagelos. Su Santidad como silencioso mensaje al mundo, ha elegido con la
meticulosidad de un guerrero de Dios, cada lugar donde el sucesor de Pedro
transitará.
Tampoco escapa al breve análisis,
que México tuvo sus relaciones diplomáticas interrumpidas con la Santa Sede
durante más de un siglo, producto del desencuentro, de la intolerancia, y del
artículo 130 de la Constitución azteca que databa de 1917, y sus leyes
reglamentarias, que limitaban las expresiones de culto público. Fue Juan Pablo
II quien en 1979, desafió esas limitaciones gubernamentales y acudió a México a
inaugurar la 3 Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla,
provocando en la población mexicana espontáneas y multitudinarias expresiones
de apoyo por su presencia, lo que derivó que 13 años después el entonces
Presidente Salinas de Gortari, promulgara nuevas leyes reglamentarias de las
relaciones Estado-Iglesia.
Atrás quedó la presión ejercida por los entonces líderes
de la Conferencia del Episcopado de México a sus autoridades gubernamentales de
turno, las 7 presencias de un Papa en su
País, en gran parte también son fruto de ello. Tal vez, durante la presencia del Papa
Francisco en México, algunas brisas que le hagan sentir la etérea presencia
y custodia del Santo José Sánchez del Río (*), asesinado en 1928 en
Michoacán, y de
muchos bravos de la Cristiada.
(*) José Sánchez del Río,
(28 de marzo de 1913–10 de Febrero de 1928) fue un joven
cristero de 14 años de edad, procesado y ejecutado por oficiales del gobierno
Mexicano, durante la guerra cristera en México. Fue declarado Beato por el Cardenal
Saraiva Martins en la ciudad de Guadalajara el 20 de Noviembre
de 2005, y el 21 de Enero del 2016 el Papa Francisco firmó
el decreto que permite su canonización.

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