La Conferencia Episcopal Argentina que preside Monseñor
José María Arancedo, dio a conocer un documento “No al narcotráfico, si a la vida plena”. Advirtió
que el narcotráfico es un “drama nacional”.
Texto completo
Por Oscar Dufour |
Ya en Noviembre
pasado, después de las elecciones generales y previo al ballotage, la Iglesia
Católica Argentina a través de la Conferencia Episcopal Argentina reunida en la
110° Asamblea Plenaria, aprobaba un documento titulado “No al narcotráfico, si a la vida
plena” donde advertía sobre el flagelo del narcotráfico y generalizando,
denunciaba que resulta "incomprensible
sin la complicidad del poder en sus diversas formas". Hoy su Presidente y Arzobispo
Primado, Monseñor José María Arancedo, hizo público el escrito y brindó sendos
reportajes a los medios de comunicación social, con expresiones muy duras, que
señalan el disgusto de la Iglesia Católica, al tiempo que advierten sobre la
extensión del flagelo en todos los sectores y regiones de nuestro País, calificándolo
de “drama nacional”.
En la presentación,
Monseñor Arancedo estuvo acompañado por el titular de la Comisión Episcopal de
Pastoral Social, Monseñor Jorge Lozano, y Monseñor Fernando Maletti a cargo de
la Comisión Nacional de “droga-dependencia” y del Obispado de la Diócesis
de Merlo-Moreno, una amplia y populosa región de la Provincia de Buenos Aires
donde el flagelo de la droga a crecido en forma inusitada, donde insi-tu pudo constatar, la tragedia
social que conlleva, en particular a cada familia que la sufre, y en general a
toda la sociedad que en su conjunto resiste.
El 25 de Septiembre
ppdo. en la ONU y ante 150 mandatarios mundiales, el Papa Francisco llamó a “luchar contra la cultura del
descarte” y advertía entonces sobre las consecuencias del
narcotráfico, que “mata silenciosamente a
millones de personas en el mundo”. Fue una dura condena, un intento de hacer
tomar conciencia del flagelo, precedida por la realizada en nuestro País a
través de declaraciones en periódicos barriales, dos veces en tres semanas a principios
de marzo de esta año, donde Su Santidad Francisco, al referirse al flagelo del
narcotráfico en el mundo, indicó que "la
droga avanza y no se detiene" y puntualizó que Argentina "hace 25 años era un lugar de paso de
la droga, hoy en día se consume. Y no tengo la certeza, pero creo que también
se fabrica". El Padre Francisco, con la sinceridad que lo caracteriza,
desató entonces la polémica y puso en alerta a la Iglesia Católica en nuestro
País, que llega a un nuevo nivel, con el documento de la Conferencia Episcopal
Argentina.

NO
AL NARCOTRAFICO, SÍ A LA VIDA PLENA
1.
Los Obispos argentinos
volvemos una vez más sobre este tema por la gravedad creciente que significa. “La plaga del narcotráfico, que favorece y siembra dolor y muerte,
requiere un acto de valor de toda la sociedad.” Con estas enérgicas palabras el Papa Francisco llamaba al
compromiso social.
2. Nosotros,
como pastores del Pueblo de Dios que peregrina en la Argentina, adherimos con
firmeza al contundente mensaje del Santo Padre, y nos sentimos cercanos a
quienes más sufren a causa del crimen organizado. En efecto, convencidos de la
gravedad del momento que enfrenta nuestra Patria en este tema, queremos alertar
a toda la sociedad acerca de la necesidad de una conversión urgente. La
problemática es muy amplia. Hoy queremos centrar nuestra reflexión en lo
referente al narcotráfico.
3. La
complejidad del problema nos lleva a entender que dicha transformación no puede
ser comprendida de modo unilateral. Cualquier respuesta lineal resulta tan
ineficiente como inútil.
San
Juan Pablo II sostenía que “La toxicomanía tiene que considerarse como el síntoma de un
malestar existencial, de una dificultad para encontrar su lugar en la sociedad,
de un miedo al futuro y de una fuga hacia una vida ilusoria y ficticia. (...)
El incremento del mercado y del consumo de drogas demuestra que vivimos en un
mundo sin esperanza, carente de propuestas humanas y espirituales vigorosas.” 2
4. Cuando hablamos de
narcotráfico nos referimos a un negocio de dimensiones mundiales, que extiende
sus redes en los Estados, las empresas y en múltiples sectores de la sociedad.
La globalización ha favorecido la acción de grupos supranacionales más allá de
los intereses de las naciones. El Estado debe oponer una fuerza organizada
para neutralizar los enormes daños que causa el flagelo que nos ocupa. En
este contexto el narcotráfico y otras mafias han crecido enormemente en los
últimos años. Lamentablemente ya se encuentra arraigado en nuestro país; su
presencia y difusión es incomprensible sin la complicidad del poder en sus
diversas formas. Es doloroso constatar que, además, las drogas, signos de
muerte, se producen en la Argentina. El crimen organizado se enriquece también de otras formas de
esclavitud, tales como la trata de personas, el tráfico de armas, el tráfico y
venta de órganos, el trabajo infantil, entre otros. No se nos escapa el vínculo
de esta situación con la violencia o inseguridad social y la agresividad
irracional en los asaltos y otros tipos de delitos. Francisco hace un firme
pedido de conversión y desea que “La misma
llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de
corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita
hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social” (…)
“Si no se la combate abiertamente tarde o temprano busca cómplices y
destruye la existencia”.3
5. La cultura global del consumismo genera
deseos insatisfechos e impone en nuestros países un mercado con una escala
inadecuada de valores. Transmite constantemente la idea falsa de que sin
determinados bienes no se puede ser feliz.
La
plenitud del ser aparece identificada con el tener. Esta propuesta es la lógica
avasalladora del consumismo que, como el agua, penetra todos los rincones de la
sociedad. ¡Cuántos chicos perdieron la vida por seguir la seductora voz del
consumo como a su propia ley! ¡Cómo se globaliza la indiferencia cuando nos
acomodamos en la búsqueda del confort personal! Por todo el país a nivel
capilar las comunidades dan cuenta de que el tendal de enfermos que produce la
droga es cada vez mayor.
6.
Esta globalización de la indiferencia, que genera una cultura individualista
centrada en el consumo es la que da el marco propicio para la expansión de las
redes del narcotráfico.
No se puede
comprender este fenómeno al margen de la actual cultura global.
El
narcotráfico está en el espíritu del capitalismo más salvaje y de la idolatría
del dinero: es inseparable de ellos. Y sabemos que “el amor al dinero está en la raíz de todos los males”. (I Tim 6,10). Como nos enseña
Francisco “No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la
verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren
sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos tarde o
temprano llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar”4
En esta cadena delictiva se encuentra el
“narcomenudeo”. Es creciente la cantidad de gente que produce en su casa el
“paco” u otros preparados perniciosos y luego lo comercializan sin escrúpulo,
llegando al atropello de mandar a los propios hijos o nietos a vender drogas.
Esta realidad atenta contra el quinto mandamiento “¡No matarás!”. No obstante
hay una gran distancia entre el grado de responsabilidad del narcotraficante y
el del chico pobre que es utilizado finalmente para hacer llegar la droga.
Debemos cuidar que sobre estos últimos no se descargue la fuerza del castigo.
7.La
guerra contra las drogas -insistimos- está perdida para quien no se opone a la
instalación de este sistema. Hoy nadie puede dudar que es necesario poner
radares y disponer de las mejores fuerzas de seguridad posibles. Pero la
respuesta verdaderamente adecuada consiste en una profunda transformación
cultural.
Con dolor vemos que las reservas morales de
nuestro pueblo se ven gravemente amenazadas por el narcotráfico, que desintegra
el tejido social. En las zonas periféricas, en algunos barrios y villas, el
vendedor de droga se ha convertido en un referente social; se crea allí un
espacio independiente ajeno a la auténtica cultura. Se banaliza la
deshumanización. Cuando una persona, vencida ya sea por necesidad, o algo aun
peor, por ambición, se involucra en el narcomenudeo incrementa sus ganancias y
comienza a poseer determinados bienes a los que antes no accedía.
¿Cómo
educar a los chicos y a las chicas en la cultura del esfuerzo, del trabajo, en
la importancia del estado de derecho? El narcotráfico consagra el triunfo de
quien con poco esfuerzo consigue mucho y está al margen de la ley, generando un
nuevo escenario de supuesto progreso social. Esto desalienta las esperanzas de
aquellos que se esfuerzan y anhelan logros, fruto de su trabajo digno. La falta
de ejemplaridad es una debilidad moral y cultural en la vida de la sociedad.
8.El
narcotráfico está en contradicción con la naturaleza del Estado. Si el primero
busca el beneficio de algunos pocos, el segundo debe velar por la justicia para
todos. Instalando su propia ley, el narcotráfico va carcomiendo el estado de
derecho. Progresivamente los conflictos van abandonando la legislación y los
tribunales, para resolverse con la ley de la fuerza y la violencia.
9. Reconociendo
el problema del narcotráfico como un drama nacional, como pastores de la
Iglesia en la Argentina asumimos nuestra responsabilidad y queremos profundizar
nuestro compromiso.
En diversos lugares del país se vive en una
gran indefensión institucional, que reclama la responsabilidad de quienes
gobiernan y de todos los legisladores y miembros del poder judicial: se necesitan
Políticas de Estado que sean adecuadas y explícitas, concretas y firmes, para
eliminar el narcotráfico y el narcomenudeo.
Queremos
hacer llegar una palabra de aliento a aquellos jueces que incluso arriesgando
sus vidas y las de sus familias encaran seriamente su misión respecto de este
tema. Necesitamos reforzar el papel de una justicia independiente y su
coordinación con las fuerzas públicas profesionalizadas en esta lucha.
10. En esta tarea
convocamos a todo el Pueblo de Dios y tanta gente de buena voluntad:
comprometámonos con pasión en el cuidado y acompañamiento de aquellas personas
que sufren directa o indirectamente a causa del consumo de drogas. La Iglesia
quiere estar cerca de las familias heridas por la adicción de algunos de sus
miembros; cuenten con nuestra oración y cercanía. Tenemos la certeza que la
amistad social, la confianza y el perdón son actitudes que restauran el tejido
social y nos acercan al corazón de Jesús.
11. A
pocos días de comenzar el Año Jubilar de la Misericordia, unidos al Papa
queremos hacer un firme llamado a la conversión. Nos dirigimos especialmente a
quienes son parte de grupos criminales, a quienes miran con indiferencia el
drama de los hermanos, y a quienes colaboran por omisión o comisión en la
expansión de este flagelo. “Este es el tiempo para dejarse tocar el
corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de
escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la
dignidad, los afectos, la vida misma”.5
En
nuestra Madre, La Virgen de Luján, Patrona de los argentinos, los bendecimos.
110º
Asamblea Plenaria
Conferencia
Episcopal Argentina
del 8 al 13 de noviembre de 2015
del 8 al 13 de noviembre de 2015

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