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1966 – En
la ciudad de Campana a orilla del río Paraná, el Coronel (pm) Argentino del
Valle Larrabure con su esposa María Susana
de San Martín y sus
hijos Arturito y María
Por Oscar Dufour |
Ya es tiempo de paz, es tiempo de “perdón,
reconciliación y unión”, dejemos atrás el mal recuerdo de la “violencia
política”, que tanto azotó a todos los argentinos en los ’70, que forma uno de los períodos más
trágicos de nuestra historia, sino el más nefasto.
Cerrar heridas para siempre con verdad y Justicia, es la mejor manera
para enseñar a las nuevas generaciones, a fin de evitar vivir anclados en un
pasado desdichado. Todos los argentinos como sociedad, deberíamos decir la verdad
y comprometernos en ella. Inspirados en ese contexto por las reflexiones de Su
Santidad el Papa Francisco, la Cátedra Pontificia de la Universidad Católica
Argentina (UCA), invita a participar del encuentro al que titulan “Una
reflexión sobre los años setenta: De la lógica del enfrentamiento a la cultura
del diálogo”, que se realizará el próximo miércoles 5 de Agosto a las 18 horas
en el Auditorio Monseñor Derisi, ubicado en la avenida Alicia Moreau de Justo
1400, subsuelo, del Barrio porteño de Puerto Madero.
El encuentro, que tiene como objetivo “promover el perdón, la reconciliación y la unión” entre los argentinos,
tendrá como expositores a Monseñor Jorge Casaretto, Obispo emérito de San
Isidro; Arturo Larrabure, hijo del asesinado Coronel Argentino del Valle Larrabure;
y a la Senadora Nacional Norma Morandini, hermana de dos
detenidos-desaparecidos; el Director de la Cátedra Pontificia de la UCA, Dr.
Marco Gallo será su coordinador.
Tanto la Senadora Morandini, como mi querido amigo Arturo, vivieron la
“violencia política” de la década del ’70 en carne propia. Morandini, durante
el gobierno militar que tomó el poder en 1976, debió abandonar el País,
emigrando a España para resguardar su vida y ganarse el sustento como
periodista. Mordaz analista de la realidad política argentina, con una visión
amplía y tolerante, sus artículos de opinión han sido publicados en los
principales diarios y revistas del País. A modo de ejemplo, destaco la
observación sociológica que realizó Morandini en “La oscuridad como marca”, donde
aprecia que los “años de plomo”, fueron los más crueles en cuanto a los métodos
de desaparición de todo lo disfuncional, y un dato no
menor, es cuando subraya que Argentina fue el País que sobresalió a la hora de
condenar a los militares. Luego de preguntarse por qué solamente en Argentina
hubo campos de concentración, Morandini se plantea: “Si la represión es
inherente al poder, la forma como se expresa desnuda el alma política de un País,
esos aspectos escondidos debajo de la apariencia de normalidad. ¿Qué parte
oscura proyectó la sociedad argentina en los campos de concentración?”.
Por otra parte,
Arturo Larrabure es un ejemplo para muchos, diría para todos; aunque me es muy
difícil referirme a él sin la subjetividad de la amistad de tantos años, y el
cariño enorme que me une a él, su hermana María y toda su familia. Con absoluta
honestidad, confieso que terminé de hablar telefónicamente con Arturo, y
enseguida extendí estas breves líneas, si lo hubiera hecho más tarde tal vez la
emoción del recuerdo de su papá, sumado al de Paula Lambruschini, donde hoy
también se cumplen 37 años de su asesinato, me lo hubiera impedido. Es que el
Coronel Larrabure no pudo haber dejado mejores hijos, Arturo y María son un
fiel reflejo de ello; en sus acciones no median razones políticas, ni mucho
menos defienden el llamado “proceso militar”, crecieron sin odiar y su genuina
capacidad de perdón es admirable, como así también su tolerancia y respeto por
las diferencias. Desde siempre, buscaron crear conciencia para llegar al
verdadero arrepentimiento, propiciando con ello como protagonistas, una actitud
de “perdón, reconciliación y unión”
digna de imitar por una sociedad castigada de desencuentros, y en especial, por
muchos de nuestros circunstanciales gobernantes.
Su papá, el Coronel Larrabure, fue un hombre honesto, valiente, fuerte de principios, y ello le costó la
vida después de más de un año de cruel encarcelamiento, torturas y tormentos.
Fue cobardemente ejecutado por sus captores, y su cuerpo encontrado el 23 de Agosto
de 1975 en Rosario con 40 kg menos de peso. Estas fueron sus palabras en
cautiverio, que nos demuestran una entereza y grandeza fuera de lo común,
alguien dijo alguna vez fuera de lo terrenal; “A Dios, que con tu sabiduría
omnipotente has determinado este derrotero de calvario, a ti invoco
permanentemente para que me des fuerzas. A mí muy amada esposa, para que
sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios. A mis hijos, para que sepan
perdonar".
Arturo, desde el CELTyV,
el centro de Estudios Legales por la Víctimas del Terrorismo en Argentina, que desde
hace unos años lo tiene como su Vicepresidente y cofundador, procurando honrar el sabio consejo de su papá expresó “he
señalado en la causa donde se investiga su secuestro y asesinato, que más
que la condena, me interesa la conversión, porque la cuestión esencial no es
condenar ni indultar, sino rescatar el sagrado valor de todas las vidas, que
valen por sí mismas y no según lo que se piensa.”
Después de estas palabras, estimo que no hace falta decir nada más; solo
que el Santo Padre Francisco aludió a la reconciliación
como el sacramento que “muestra con especial eficacia el rostro misericordioso
de Dios: lo concretiza y lo manifiesta continuamente, sin detenerse”.
En conclusión: Permanecer
aferrado y anclado al pasado, malogra el presente y bloquea el futuro de una
sociedad; tanto duelo y sufrimiento, tanta búsqueda incansable de culpables,
suele llevar a la venganza, que es un instinto natural del ser humano, y así de
esta manera una sociedad casi sin darse cuenta se ve envuelta en un espiral de
violencia. La venganza, la satisfacción de la venganza, desencadena ciclos de
violencia cada vez más grandes, hay muchos países del mundo que pueden dar fe
de ello.
El perdón es la clave de la
convivencia en cualquier sociedad del mundo, tiende a unificarla, es una
decisión personal y al mismo tiempo un aprendizaje. Sabremos que hemos
perdonado cuando ya no nos haga daño el recuerdo de tantas pérdidas, cuando
hayamos quitado esa espina en nuestro corazón, que tanto dolor cada vez “que la tocan” nos causa. Comprender y
respetar, facilita el perdón.
La reconciliación es la acción
de dejar atrás un enfrentamiento y permitiría retomar un vínculo entre
argentinos, en este caso como sociedad, interrumpido involuntariamente por el
grave conflicto de la “violencia política” los ’70.
La unión
no es un hecho individual, un hombre solo no basta
para formar una sociedad unida, para ello se precisa una multitud agrupada con
el mismo objetivo.
Por lo tanto, “perdón, reconciliación y unión”,
requieren de apertura en nuestra sociedad, que es lo opuesto a la venganza. Busquemos
entonces al agraviado para ofrecerle nuestro perdón y reconciliación; no es una
empresa fácil, requiere de mucha fuerza y templanza de espíritu.
Bs. As.,
Agosto 1° de 2015
Fuente:
InformadorPublico.com |
viernes, 31 de julio de 2015
Del enfrentamiento al diálogo: “Perdón, reconciliación y unión”
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