El Papa Francisco al tiempo que afirma que es “tiempo
de misericordia” sostiene que “hay dos caminos en la vida, el de la exclusión y
el de la inclusión”. China y México en la agenda
vaticana
Por Oscar
Dufour |
Es tiempo de Francisco, es tiempo de misericordia, apertura, diálogo,
y especialmente, es tiempo de la
inclusión. Desde el primer momento que Su Santidad Francisco ocupó el
sillón de Pedro, muchas cosas que antes eran impensadas cambiaron en el statu quo Vaticano y el mundo. Es el
Jefe de una Iglesia que recientemente le abrió las puertas a los divorciados, la que considero una virtual victoria de este Papa, que sin reformas
drásticas, logró adecuarla a los “signos
de los tiempos” y reconciliar a la Iglesia Católica en este puntual caso, con
los divorciados vueltos a casar, pese a la fuerte oposición de los sectores más
conservadores en el reciente Sínodo sobre
la Familia al que hiciera referencia en nota pasada. La apertura puede
considerarse histórica y señala una posición donde según el documento final "los divorciados vueltos a casar deben
estar más integrados. Por eso hay que discernir cuáles de las diversas formas
de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral,
educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no deben sentirse
excomulgados. La lógica de la inclusión
es la clave de su acompañamiento". Ese es Francisco, un Papa que
revoluciona al mundo, poseedor de una elevada popularidad, una conducta
intachable y un ejemplo de humildad a rajatabla.
Este domingo al
finalizar la oración del Ángelus, con
la Plaza de San Pedro colmada de seguidores, y en medio de “operaciones” que pretenden
hacerle bajar la guardia en su misión pastoral que tiene un claro mandato: transitar el camino de la inclusión, hacer
limpieza no sólo en la curia romana, sino también en las finanzas del Vaticano,
un verdadero “agujero negro”; y haciendo
referencia a las recientes detenciones en el Vaticano por el robo y publicación
de documentos reservados de la Santa Sede, Francisco
expresó “no me distrae ciertamente
del trabajo de reforma que estamos llevando adelante con mis colaboradores y
con el apoyo de todos ustedes”. Es un Papa, que advirtió no se puede hablar
de pobreza y luego llevar "una vida de faraón", un Papa que sostiene
que la Iglesia para ser creíble debe ser pobre, un Papa que en una de sus misas
matinales expresó “en la Iglesia hay
algunos que en lugar de servir, de pensar en los demás se sirven de la Iglesia
¿cuántos Sacerdotes y Obispos de este tipo habremos visto? Es triste de decir,
¿no?".
Dentro y fuera del
Estado Vaticano, el Papa Francisco
cuenta con fuertes resistencias a su apostolado, es evidente que el saneamiento
de las finanzas de la Santa Sede, lesiona intereses donde emergen enemigos, que
al no poder abordar directamente a Francisco profundamente comprometido con la
transparencia, atacan el sistema que lo rodea. Prueba de ello, son los dos
libros editados por estas horas, “Avaricia”
y “Vía Crucis”, donde dos periodistas
que oficiaron de “mensajeros”, Emiliano Fittipaldi y Gianluiggi Nuzzi,
publicaron desordenadamente y fuera de todo contexto, documentos reservados
referentes a la reforma económica vaticana, que filtraron Monseñor Lucio Ángel
Vallejo Balda -actualmente detenido por orden papal- y Francesca Chaouqui; Secretario
y miembro de la Comisión que el mismo Papa creó para estudiar la reforma
económica de la Santa Sede. Francisco, no solo es un Papa que no se distrae de
la tarea de la reforma que lidera en la Iglesia Católica, sino que como buen
jesuita y estratega, supo capitalizar su regreso triunfal de Cuba y los EEUU,
donde en el la ONU 150 Jefes de Estado aplaudieron efusivamente su histórico discurso,
escala previa donde se especula la posibilidad y su deseo de un inminente viaje China, que seguramente volverá despertar
el interés del planeta; y el que realizará a
México previsto para el 12 de Febrero de 2016, donde se estudia que no
falten alusiones a la violencia, la
inmigración y el narcotráfico.
El Papa Francisco, plantea que “todas las guerras comienzan con una
exclusión”, y señala el camino de la
inclusión, como la opción para no generar más conflictos y divisiones, sostiene
textualmente “ser hombres y mujeres que
incluyan siempre, ¡siempre!, en la medida de la sana prudencia, pero siempre.
No cerrar las puertas a nadie, siempre con el corazón abierto: ‘me gusta, no me
gusta’, pero el corazón está abierto”. Un acertado enfoque Papal que
responde positivamente a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales,
interpretando con ello un claro beneficio para la sociedad, a través de la
activa participación en la vida familiar, en la educación, en el trabajo y en
general en todos los procesos sociales, culturales y en las comunidades. Francisco, es un Papa que con el
ejemplo de sus acciones cotidianas, señala también un claro cambio en las
audiencias interreligiosas y de la relación con las religiones no cristianas,
un Papa que se atreve a recibir en la residencia de Santa Marta, a los seis
principales líderes judíos del mundo, encabezados por David de Rotchild, y les
dice con una mezcla de inocencia y sana picardía que lo describen cabalmente, “voy
a hacer como los rabinos que tienen la costumbre de contar cuentos” y se permitió romper el hielo de la
formalidad, contando la historia de un cura antisemita que cuando podía atacar
a los judíos, los atacaba “un día, en
un sermón, este cura encontró un pretexto y empezó a atacar a los judíos, como
siempre, en forma virulenta. En una pausa, Jesús se baja de la cruz, la mira a
la Virgen y le dice 'mamá, vámonos, parece que aquí no nos quieren”.
En conclusión: El Papa Francisco sintetiza en una sola
palabra -inclusión- la misión de una
gran parte de su mandato, sabe que la humanidad requiere de ese tiempo de
misericordia, en lo que denomina los “signos
de los tiempos” en un mundo más equitativo y más respetuoso frente a las
diferencias. Como en todos los movimientos populares el Santo Padre trabaja y pregona
las tres ‘t’ españolas: trabajo, techo y tierra; con este sucesor de Pedro, la
Iglesia Católica predica que todas las
personas tienen derecho a estas tres “t”.
El Santo Padre, en
pos de la transparencia, está más determinado que nunca a seguir adelante con
las reformas en curso en la Iglesia Católica. Es un permanente e incansable constructor
de puentes para la generación de proyectos por la paz mundial. Pese a quien le pese y todos los rótulos
posibles, son las batallas de Francisco, un Papa que revoluciona la Iglesia
Católica y el mundo.
Bs. As., Noviembre 9 de 2015.-

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