Cuando
la mentira es la verdad.
La
Libertad de expresión tiene un valor intrínseco para quien la ejerce, pudiendo
sus ideas y opiniones compartirlas con sus semejantes; es que la diversidad de opinión
y el debate siempre benefician directamente a quienes participan y en
consecuencia enriquecen a toda una sociedad.
Es
un derecho fundamental contemplado en todas las Constituciones de los sistemas Democráticos
del mundo; pero el ejercicio de la libertad de expresión tiene una contraparte,
que requiere de un ejercicio responsable de este derecho, y una preocupación por
la verdad. Ya que la libertad de expresión es un concepto que se aplica a individuos, es el derecho de expresar verbalmente o
por escrito, cualquier pensamiento u opinión, positivo o negativo sobre algo o
alguien; permitiendo con la más absoluta libertad criticar y decir, bienvenido
que así sea.
Esta semana  la “Revista
Barcelona” editada en la Republica Argentina, publico una tapa donde se lo ve
al Papa Francisco pintado
de mujer y con el título de "Putazo", y otros conceptos que no voy a
reproducir, en clara relación sobre el debate que abrió la Iglesia Católica
sobre la homosexualidad, sumado a
ello, a posteri la Directora de Barcelona Ingrid Beck con argumentos banales
intento en distintos reportajes, justificar y defender la forma en que la
noticia fue abordada, “el absurdo y el humor acido” fueron mencionados según su
relato como una característica y un estilo editorial. A mi interpretación semejante
falta de respeto, no tiene ninguna otra justificación posible que un expreso pedido
de disculpas. Es que no es cuestión de tener o no tener
sensibilidad religiosa, tampoco es cuestión si nos sentimos con vergüenza ajena
por lo sucedido con el Santo Padre, la cuestión es que ningún derecho es absoluto, ningún derecho o libertad tiene un carácter
absoluto en cuanto a su ejercicio. En el mundo del Derecho se conoce esa máxima
de que el hecho de gozar de ese derecho o libertad no me legitima para hacer lo
que me plazca frente a los demás, en este caso ningún rédito comercial de
producto alguno, como esta “Revista amarillista” justifica sus métodos.
Libertad de
prensa no es lo mismo que la libertad de expresión, la libertad de prensa es
una cosa muy distinta porque se aplica a medios de comunicación y no a
individuos como me refería al comienzo de la nota. Existe una coexistencia de
derechos y obligaciones de conciencia y responsabilidades para él o quienes la
ejercen; si bien la reforma de la Constitución Nacional del año 1994 por disposición
del articulo 75 inc. 22 incorporo una serie de tratados internacionales que
adquirieron jerarquía constitucional conformando un bloque de
constitucionalidad, que han permitido formalmente el reconocimiento del derecho
a la libertad de expresión en un sentido más extensivo, comparado al de la C.N.
de 1853; y la comunidad internacional ha
reconocido a la libertad de expresión y la libertad de información como algunos
de los más importantes derechos humanos, sosteniendo con contundencia
que la libertad de expresión debe ser la regla; hay excepciones como en toda
regla, y son las limitaciones solamente
permitidas para proteger: los derechos o reputaciones de los demás, la
seguridad nacional, el orden público, la salud pública y la moral; estos límites
a la libertad de expresión se aplican cuando entra en conflicto con otros
valores o derechos, como interpreto seria este caso.
Conclusión
El daño ya está
hecho, y seguramente nada en esa “Revista” va a cambiar, como tampoco pedirán disculpas
ya que son “humoradas acidas” según manifestó livianamente su Directora. Ninguno
de nosotros somos perfectos tampoco lo son en consecuencia los medios de comunicación
social, pero seguramente aunando voluntades y repudiando con energía públicamente
hechos vergonzosos como este, podremos lograr que hagan más bien, y mucho menos
mal del que ahora hacen.

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